Enrique Moles, el padre de la química moderna española en el Año Internacional de la Tabla periódica

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Moles y sus colaboradores en el Laboratorio de Investigaciones Físicas (1925) Author provided

Francisco A. González Redondo, Universidad Complutense de Madrid


Continuamos con este perfil sobre el químico Enrique Moles nuestra serie de retratos de científicos y científicas cuyas biografías, por circunstancias diversas, han permanecido semiocultas en los márgenes de la historia reciente de nuestro país.


El 18 de abril de 1983 Augusto Pérez-Vitoria, el discípulo más leal de Enrique Moles, fue invitado por Amigos de la Cultura Científica a conmemorar el centenario del nacimiento de su maestro. El antiguo alumno entendió que su disertación debía centrase en la relación de “Enrique Moles y el sistema periódico de los elementos”, y así se publicaría unos meses después en el nº 17 de la colección “Aula de Cultura Científica” y se reeditaría en diferentes ocasiones desde entonces.

La elección del título no fue casual. Desde la obtención de la cátedra de Química Inorgánica en abril de 1927, Moles revolucionó la facultad de ciencias de la Universidad Central de Madrid. Propuso un nuevo plan de estudios para química y utilizó unos programas para su asignatura, en palabras de Pérez-Vitoria, “basados en el sistema periódico, en su representación gráfica de la tabla periódica larga, en la que cada columna incluye un solo grupo”.

El químico barcelonés también generalizó las tesinas de licenciatura como alternativa a los exámenes de reválida (el precedente de los actuales Trabajos Fin de Grado). E introdujo los coloquios de química para los alumnos de doctorado (algo usual en la Europa de esos años, pero desconocido hasta entonces en España).

De hecho, Moles (Barcelona, 1883 – Madrid, 1953) había empezado la exposición de la memoria presentada en el concurso oposición a la cátedra leyendo el siguiente autorretrato:

“Firme devoto del antiguo adagio Audaces fortuna juvat [la fortuna sonríe a los audaces] he de poner todo mi empeño en realizar el programa expuesto. Cuento en mi historial científico con hechos y publicaciones que habrían sido tachados a priori de imposibles por nuestros timoratos. Publicaciones y hechos que han pasado las fronteras y han sido considerados del mismo rango que los realizados en laboratorios de países afamados en química”.

No era habitual entonces, ni lo es ahora, presentarse en estos términos ante un tribunal de oposiciones. Pero el padre de la química moderna en España sumaba cuatro doctorados, cosa tampoco habitual ni entonces ni ahora: en Farmacia (Madrid, 1906); Ciencias Químicas (Leipzig, 1910); Ciencias Físicas (Ginebra, 1916); y Ciencias Químicas (Madrid, 1922).

También era evidente que presentaba un impresionante conjunto de artículos de química física, publicados en las principales revistas de la época, en colaboración con Blas Cabrera en Magnetoquímica, en solitario, o con sucesivos grupos de colaboradores de su escuela de Madrid, con los que había ido alcanzado autoridad y renombre internacional, especialmente en la determinación de pesos atómicos.

Moles, Presidente de la Real Sociedad Española de Física (Sevilla 1930). Author provided

De Barcelona a Madrid

Moles había terminado la licenciatura en farmacia en la Universidad de Barcelona en 1905 y se había doctorado en la Universidad de Madrid en 1906. Cuando se presentó a la oposición en la primavera de 1927 solo era, formalmente, profesor auxiliar de Química Inorgánica en la facultad de farmacia de Madrid.

Sin embargo, tras las pensiones de estudios concedidas por la Junta para Ampliación de Estudios en Alemania y Suiza, a partir de 1911 se había convertido en el introductor de la enseñanza y la investigación en química física en España desde el Laboratorio de Investigaciones Físicas.

A pesar de ser solo auxiliar, Moles fue designado por el Consejo de Instrucción Pública como “vocal competente” en numerosos concursos-oposición. Así, formó parte de muchos tribunales para el acceso a cátedras, de modo que sus colaboradores y exalumnos fueron ocupando todas las vacantes en Madrid y demás Universidades de provincia. En palabras de su discípulo más fiel, Augusto Pérez-Vitoria, “extendiéndose su ejemplo, su táctica y sus procedimientos como mancha de aceite”.

Este proceso de modernización y europeización de la química española liderado por Moles constituyó uno de los frutos más exitosos de la política española de convergencia con la ciencia internacional tras el desastre del 98. Para eso, precisamente, se había concebido en 1907 la Junta para Ampliación de Estudios.

Pero también contribuyó a que durante nuestra Edad de Plata creciera el “repertorio de afrentas” sentido por muchos de los científicos españoles que no habían conseguido pensiones en el extranjero. O que no habían podido integrarse en el laboratorio de investigaciones físicas ni, a partir de 1932, en el Instituto Nacional de Física y Química. O que habían perdido las oposiciones frente a Moles o sus discípulos.

Un químico en el exilio

Al estallar la guerra civil, Moles permaneció fiel a la República. En ausencia de Cabrera, asumió la dirección del Instituto Nacional de Física y Química. Mantuvo la publicación de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química para garantizar el intercambio de colecciones. Ejerció de diplomático científico en congresos y reuniones en el extranjero. Y hasta aceptó el puesto de Director General de Pólvoras y Explosivos del Ministerio de Defensa Nacional de la República.

En enero de 1939 se exilió en Francia, donde trabajaría en el Centro Nacional para la Investigación Científica, antes y después de la invasión alemana, hasta diciembre de 1941. Entonces, confiado por los visados concedidos por las autoridades franquistas en París, regresaría a su país. Nada más atravesar la frontera era detenido en Irún.

En España le esperaban denuncias personales y una causa general contra todo el profesorado y los técnicos del Instituto Nacional de Física y Química. Esto devendría en consejo de guerra y la intención del fiscal militar de solicitar la pena de muerte.

Moles terminaría condenado a cadena perpetua, aunque saldría en libertad provisional al cumplir los sesenta años. Desposeído de su cátedra, trabajaría para los laboratorios IBYS y daría clases en el Colegio Estudio.

En 1950 recuperaría el pasaporte y en 1951 conseguiría la cancelación de sus antecedentes penales. Pero una trombosis cerebral le llevaría a una prematura muerte en 1953, víctima de una realidad histórica española que no debería repetirse jamás.

Francisco A. González Redondo, Profesor Titular de Historia de la Ciencia, Universidad Complutense de Madrid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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